martes, 23 de marzo de 2021

Cuando era chica

 Cuando era chica, me hubiese gustado preguntarle a mi papá, 

cómo iba a yo a creer que el sexo era un acto de amor y placer, 

si en la calle me decían "te rompo el orto" 

cómo iba a barajar la posibilidad de amar por fuera de la heterosexualidad 

si en la cancha cantaban "van a correr, son todos putos"

cómo iba a pensar que "lo que importa es lo de adentro", si en el jardín mis compañeritas me decían que no se juntaban más conmigo porque la vecina que me llevaba al jardín era gorda fea y negra

cómo iba a creerle que yo era "la más bonita", (como me decía), si en la colonia el profesor me decía gorda fofa.

Supongo que él no hubiese tenido una respuesta.

Me hubiese gustado contarle, que muchas veces nos llega antes el prejuicio, que la caricia. 

Que nos dinamita la inocencia, y cada uno de esos insultos, chistes, frases hirientes nos van dejando una cicatriz en la conciencia.

Que a medida que vamos creciendo, vamos viendo cómo se abre un abismo entre lo que lxs adultxs dicen y lo que hacen. Que ellxs también reproducen, muchas veces sin darse cuenta o sin darle importancia, todo un sistema de prejuicios, que terminan por consolidarse en una voz déspota interna que se encarga de castigarnos.

Me hubiese gustado contarle que ahora yo, también sufro al ver cómo lo que traté de construir con mi hijo no es suficiente. Porque la crueldad que muchas veces sucede durante la socialización te atropella y te lleva puesta,  por más cinturones de contención y amor, que hayamos intentado asegurar en lo íntimo.

Me gustaría llamarlo por teléfono, ir a su casa a comer, conversar juntos, y quizá llegar a la conclusión de que:

Todo insulto es político.

Todo chiste también.

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