A los nueve años
mi mamá se sentó en mi cama
me dijo que cierre los ojos
y me puso un sobre en la mano
cuando lo abrí
había un libro
que se llamaba "El principito".
Yo amé ese libro
desde la primera vez que lo leí
aún sin entenderlo
sin saber qué era una metáfora
ni un lazo, ni un rito
como el libro troquelado
de los milagros de Jesús
que me regaló
María del Carmen Arqueros
una amiga de mi mamá
compañera suya de guardias
que me lo mandó
y me dijo que si yo creía
nunca más iba a estar sola.
También
fue ella
quien la ayudó a mi mamá
con su problema de tiroides
que la infertilizaba
y un poco gracias a ella
nació mi hermana Lucía.
Mi hermana se llama Lucía
pero siempre mi mamá le decía Lucero
porque se ve que ella le devolvió
la pulsión vital
que de vez en cuando se le extraviaba
y mi papá siempre decía
que cuando ella nació, salió un arcoíris
por eso Lucía
es como una figura mitológica de mi familia.
Mi mamá siempre me daba regalos
me hacía caricias
me cantaba
me decía que me quería
yo no tuve abuelos
y quizá ella intentaba
compensar ese agujero
como quizá hago yo
con mi hijo ahora.
Yo todavía
no entendía a los nueve
qué era una metáfora
ni una glándula
ni un sistema
no conocía ni de nombre
qué era la cortisona
ni la hegemonía
ni el abandono
ni una violación
no podía diferenciar
la magia de la fantasía
los sueños de la ficción
pero aún así
sabía que mi mamá
me hacía sentir a salvo
que mi papá
estaba preocupado siempre
de que no me hagan daño
que mi hermana
era algo así como un milagro.
Me gusta creer
que mi mamá me dejó esos libros
como llaves
porque algo en ella ya sabía
que no iba a poder protegerme para siempre.
Supongo que de alguna manera
las madres
intentamos dejarle troqueles
en el camino
a nuestras crías
porque sabemos lo violento y hostil
que se puede poner el mundo
pero también
lo hermoso y sublime
por eso a pesar de todo
vale la pena el viaje.
Casi tres décadas después
los días me van erosionando
ahora soy yo
esa madre
que se orilla a una cama
regala un libro
da una caricia
después de tanto
agradezco en silencio
no tengo grandes pretensiones
me voy desvistiendo de exigencias imposibles
y preocupaciones inútiles
abrazo mi fragilidad
rezo para no caer en las trampas del ego
porque como dice Joaquín
"en el infierno también llueve sobre mojado"
detrás de las grandes marquesinas
del éxito y el talento
hay solo personas asustadas
mendigando cariño
aprendí
( a los porrazos)
a no darle tanta importancia a la cabeza
le di las llaves al corazón para que maneje
a escuchar a mi cuerpo
a agradecer la dicha de estar viva
entre tanta muerte
que el amor es el único refugio posible
y que la fe es el verdadero milagro
que atraviesa los umbrales de lo posible
cuando todo parece perdido.
'Sólo se ve bien con el corazón'
decía el principito
y ahora me doy cuenta
que me llevó
toda una vida
de intentos
de fracasos
de pérdidas
de violencias
ausencias deglutidas
por las fauces de la serpiente
pero también
de lazos
de metáforas
de amores y flores
poder comprenderlo.
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